The Travel Band
Nunca en la vida vi algo así. Una banda tocando en el techo
de un hostel, pero de espalda al público. Fue algo raro, sacro y descortés que
despertó mi atención más allá del olor a porro mesclado con la música
electrónica.
La mirada y gestos de quienes se encargaban de poner
melodías a una noche iluminada por las luces navideñas. Que se movían al compás
del ritmo
Un escenario improvisado. Batería, micro, un par de cables
para la consola, las mesas y una parrilla en la esquina opuesta. Eso seria
todo.
No existe una explicación para este tipo de conexiones que
se dan cuando diferentes músicos se juntan. Y van jugando a ser una banda de
rock en vivo. La guitarra, batería y todo instrumento de percusión son los mas solicitados
para poder jugar. El bajo y el saxo seguirán su noche haciéndose compañía con
miradas cómplices. Una seña con dedos dictaminará con rapidez si la melodía
tendrá una pausa o seguirá de otra manera. Acá lo técnico y estructural no
importa, solo quieren hacer música. Todo lo que queda es la esencia pura de
humanos de orígenes, extractos e historias diametralmente opuestas unidos por
la melodía hipnotizante. El bajo que pisa con fuerza y con la mirada desafiante
es acompañado por los sonidos primitivos de los tambores y los platillos que
como a cavernícolas llaman a la tribu a reunirse el saxo que canta con fuerza y
una guitarra que acompañara su canto con sus calmantes acordes. Una mezcla de
sonidos venidos del oriente con un poco de rock & roll y algo de ritmo
africano hace esta travel band. No hay un líder, orden o continuidad. En
cualquier momento un musico dejara su instrumento, buscará un vino que pase por
el mar de la gente y se unirá a ellos. Dejando su puesto a otro y
convirtiéndose en un momento en espectador.
Sus integrantes se conocen desde el anonimato, la búsqueda y
la improvisación. De zapadas en la playa salen los ritmos que van a usar en el
techo del hostel. Con la hermandad de quien pueda tocar que pase al frente. No
nos olvidemos que hablamos de un hostel que está en Manly, Australia. Es decir,
no hay solo Latinoamericanos entre el público, sino que hay de todo el mundo,
hay franceses, alemanes y españoles. Y todos cantando como pueden seguir la
letra de damas gratis, pibes chorros o alguna que otra cumbia que para los
paisanos es del recuerdo de nuestras primeras salidas. Para ellos es el nuevo
mundo. No cabe duda que donde este presente un latino, este dará catedra de la
cultura de festejar y aunque los yanquis nos presten las canciones nosotros le
enseñamos a bailar cumbia a los australianos
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